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Terapia de Pareja 

Podemos definir una relación de pareja como la unión de dos personas comprometidas entre sí, con un proyecto común en el tiempo, que comparten un espacio afectivo de apego e interdependencia, y donde se pretende recibir y ofrecer la satisfacción de ciertas necesidades (sexuales, sentimentales, lúdicas, cooperativas y a veces reproductivas). Una vez elegida la pareja y establecido el vínculo, existen actuaciones que pueden aumentar la probabilidad de que la relación se convierta en una fuente de satisfacción y que perdure; o bien que se estanque, se deteriore y/o se rompa.

Las relaciones de pareja pueden erosionarse (en cualquier momento de su ciclo vital), por exceso (discusiones, hostilidad, enfrentamientos, desacuerdos) y/o por déficit (relaciones sin conflictividad pero que han perdido los intercambios positivos, convirtiéndose en algo anodino, que arrastra a una sensación de vacío y aburrimiento a los miembros de la misma). No obstante, aunque la relación no funcione, en muchas ocasiones (a veces durante décadas), los miembros de la pareja no toman la decisión de finalizar la misma, manteniéndose ambos en un estado de descontento, enojo, frustración, decepción o tristeza. Esto se alterna con periodos de esperanza e ilusión. Lo cual supone un alto coste emocional, pues cambiar de sentimientos y expectativas tan antagónicas requiere de esfuerzos mentales y afectivos (creo en la relación, le quiero; no creo en la relación, ya no sé lo que siento). Así pues, las parejas insatisfechas sufren y están desgastadas. ¿Pero por qué entonces no se toma la decisión? Porque los seres humanos tienden a mantener la situación conocida, ya que preserva de la incertidumbre de los miedos asociados (como temor a equivocarse o no encontrar otra persona, consecuencias sobre el estilo de vida y los bienes en común, efecto sobre los hijos, etc).

Si finalmente, la pareja se decide por la separación, ésta se acompaña de un importante impacto para el funcionamiento familiar. Es considerado como uno de los estresores más relevantes e intensos.

Por ello, desde la Psicología puede ofrecerse a las parejas deterioradas un recurso eficaz, esto es, la implicación en una Terapia de Pareja. Y no importa ni el estado civil (casados o no casados), ni se conviven o no, o la orientación sexual. La TP es aplicable a todos los casos en tanto en cuanto haya una relación.

La Terapia de Pareja puede definirse como una intervención psicológica, estructurada y guiada por un experto, que comprende un conjunto de estrategias y técnicas de tratamiento. Con la TP se pretende guiar a las parejas a entender y resolver sus conflictos, proporcionando las herramientas cognitivas, emocionales y conductuales necesarias para tal objetivo. Se hará primero una evaluación exhaustiva y después se plantearán objetivos perseguidos, empezando entonces la intervención. 

A continuación, se enumeran los aspectos que se trabajan en una Terapia de Pareja, donde ambas partes podrán ser atendidas y cuidadas en sus necesidades:

  • Psicoeducación
  • Potenciar la comunicación
  • Dotar de habilidades de resolución de problemas
  • Aumentar intercambios positivos (afectividad, refuerzo, ocio de calidad y sexualidad)
  • Identificar expectativas, pensamientos y creencias erróneas respecto a la pareja y a la propia relación.
  • Manejo de situaciones cotidianas relacionadas con las tareas domésticas, gestión de la economía, pautas de crianza de los hijos, relación con familiares, etc.
  • Controlar las emociones desproporcionadas, las discusiones y la hostilidad
  • Autocrítica y auto-regulación en la causa y solución de la conflictividad
  • Potenciar la aceptación y empatía hacia la pareja
  • Desarrollo personal y cuidado de la propia individualidad y cualquier indicio de dependencia emocional.
  • Y depurar el dolor de situaciones pasadas que se han quedado grabadas.

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